Wednesday, June 06, 2007

Travesuras de la niña mala

Me encanta ser traviesa. Me encanta mirar pícaramente, reirme, burlarme de todo. Vivir feliz. Sería maravilloso si, como la niña mala de Vargas Llosa, encontraramos un amor que nos espera al final de cada etapa, al final de cada cierre. Junto a él celebramos los triunfos y las derrotas, nos llenamos de energía hasta que decidimos seguir.

Este amor no es sólo enamoramiento, puede ser también un amor fraternal o filial, pero al final siempre encontramos con quien beber la copa de vino rosado espumoso y entonces se pueden disfrutar las burbujitas explotando en tu nariz cuando te acercas la copa a la boca.

Todos deberíamos tener una historia lo suficientemente emocionante como para al final poder contarla. ¿Para qué vivirla como la viven todos, si al final pierde el sabor que le da lo intrépido? Quiero que la mia sea una historia tan fuerte que atraviese como atraviesa una espada. No hay forma de lograrlo si no se rompen todos los paradigmas, si no se baila sin seguir el ritmo.

Dice Paulo Coelho que todos somos guerreros de la luz. Este es el buen combate. No hay deseos de herir a nadie. Se accede a la lucha sólo para derrochar paz, sólo para ofrecer aliento, cantando bajo la lluvia, disfrutando las noches llenas de estrellas.

Amig@s: es hora de la transformación. La transformación que llega desde adentro, que lo renueva todo. Si las niñas que no siguen las reglas no son buenas, entonces ustedes seguirán teniendo noticias de las travesuras de la niña mala.

3 comments:

Alguien said...

jajajaja yo diria niña buena, que busca trasender. Crecer, crecer...

Kenia Gómez said...

Gracias, "alguien" ¿no crees que a veces tachan de locura estos arrebatos por llenarnos de vida?

Alguien said...

Si creo que si, y creo q las personas le temen a lo que nos es "moral o socialmente correcto" se encierran en intrincadas formas mecanicas que le provocan mas y mas sufrimientos, volver a la inocencia y felicidad plena, es un camino con muchos obstaculos, pero valla que el precio vale cada minimo esfuerzo.