Monday, June 04, 2007

Cuando nacemos

Estamos todos dormidos y cuando se acerque la hora nuestro destino, nos embriagará un sopor intenso. Será como un vapor que empezará como un aroma dulce, que se irá especiando poco a poco, será picante como canela y luego, cuando sólo se sienta el perfume de la vainilla, sabremos que estamos "muertos". O mejor aún, sabremos que hemos despertado.
Nos diremos a nosotros mismos “¿Dónde estoy?” Cada uno se hará esa pregunta. Miraremos a nuestro alrededor, desconcertados por ver los rostros, los colores, las luces que siempre hemos conocido y hace mucho que no veíamos. Lo reconoceremos todo y caeremos en la cuenta de que todo lo anterior lo hemos soñado. “¿Hace tanto que dormía? ¿Cuánto tiempo estuve fuera? ¡Ya estoy de nuevo en casa!”
“¡Qué bueno que ya llegaste!” nos dirán los seres amados, aquellos que nacieron durante esta experiencia o los que descansan y esperan por el nuevo momento. Por el momento indicado. Por la hora señalada.
“¿No es maravilloso pensar que todo es el amor? ¿No es la promesa más hermosa saber que no hay otro final, ni otra meta que no sea el amor?” Lo comprendemos inmediatamente. Al instante sentimos una felicidad infinita y nos dan ganas de hacer fiesta. Hacemos fiesta vibrando. Cada uno vibra con una intensidad diferente y, vibrando al unísono, se compone la sinfonía del universo. El universo se hace música.
Nacer es morir de nuevo. Morir es volver a la vida...
“Creo que cuando alguien muere su alma regresa a la tierra engalanada con algún nuevo disfraz humano”

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