Hoy llueve en Santiago. Debo admitirlo: decidí no mojarme. Decidí abrir mi paraguas como cualquier otra mortal y no sentir el agua caer. Si el agua caía en mi cuerpo haría una sola cosa: ¡Arruinarme el peinado! ¡Hoy apenas es martes! ¿Con qué tiempo iba de nuevo a arreglar mi cabello? A secarlo con cuidado, a enrolarlo, no no no, no lo pude hacer. Sucumbí a la vanidad. Pensé: "¿Si me encuentra el príncipe azul en esta facha?" Así que mejor andar bonita. Lo siento, Revolución, parece que a estas alturas ya soy una capitalista asimilada más...
Tuesday, June 12, 2007
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4 comments:
Asi suele pasar, un triste dia crecemos y aprendemos que hay cosas malas y buenas.
Sí, pero un feliz día también nos damos cuenta de que el Bien y el Mal tienen el mismo rostro. Todo depende de la época en que se cruzan en la vida de cada ser humano.
Perfecto, la historia de Jesus y Judas, si el bien y el mal solo es una simbologia entre los excesos y la armonia perfecta, si, tenes mucha razon :-)
La clave de aprender lo justo en el preciso momento y espacio, genial.
Tu estas en esto!
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