Friday, June 08, 2007

Lluvia


Allá donde gasto mi jornada laboral llueve mucho. Son aguaceros torrenciales, que usualmente empiezan a las cinco de la tarde, caen como un cubetazo de agua y luego paran de repente. Lo dejan todo inundado, corriendo inclemente y abriéndose paso el agua como una arteria rompiendo un músculo....
El aguacero de ese día era diferente. Era como un aguacero en camara lenta. Las gotas eran gruesas, golpeaban fuerte, caían a la calle como un suspiro, pero casi la quebraban con violencia y la volvían espejo. Era una agitación pausada, pero certera. Mientras caía el agua yo sentía ganas de lavarme, de salir del carro y mojarme, empaparme. Quería bailar como una niña y que me corrieran por el cuerpo un millón de hilillos de plata. Esos riítos de la foto son los que debieron correr por mi cuerpo. Pero corrieron por mi carro. Los disfrutó Fabio... y ahora yo le tengo envidia.
Así que la próxima vez que sean las cinco y esté comenzando a ponerse todo negro, caminaré al pasito al pasito, para darle tiempo al agua a que caiga y, aunque yo no baile como quisiera (dirían los compañeros "¿Qué le pasa a ella, tan seria?") por lo menos mi corazón irá dando saltitos, saltitos de contento.

3 comments:

Alguien said...

De los niños es el reino.... ellos saben ser felices, mas alla de este mundo y sus enmarañadas reglas.

Kenia Gómez said...

Mis oraciones, "alguien" están plagadas de plegarias para que cuando yo sea una decrépita y celestial viejecita de 80, siga teniendo el mismo desenfado y ganas de burlarme de todo que tengo ahora...

Alguien said...

heyyy me agrada mucho tu forma de pensar :-)